No me digas suerte antes de un combate, porque no es esta la que decide la victoria, solo dime que mi esfuerzo y mi sufrimiento tengan su recompensa en el cuadrilátero.
Y si pierdo no me digas que lo sientes, solo que no sufrí lo suficiente, que en esos 30 últimos segundos de saco cuando parece que los brazos te pesan 10 kilos y tus hombros no pueden sostenerlos no tuviste la suficiente voluntad para seguir, y simplemente la derrota ha sido justa.
Si no entiendes que ame este deporte, si lo único que ves son dos personas dándose golpes, es porque no me has visto durante años perfeccionando mis técnicas, solo unos ojos que saben ver entienden el trabajo y las cientos de horas dedicadas. Cada golpe, cada esquiva, cada desplazamiento son fruto de muchas horas de entrenamiento. Así que no me preguntes que como me gusta que me peguen, sino como hago para esquivar un golpe que tu simplemente ni percibirías acercarse.
Antonio Castillo
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